miércoles, 27 de junio de 2012

Música de Abyayala



Cuando escucho tambores,
cuando escucho guitarras,
cuando escucho sonajas,
cuando escucho arpas y birimbaos,
cuando escucho la música de mi continente en especial.

cuando se diluyen las voces de pájaros y mariposas en el viento,
cuando se pierden los re quintos del agua de los ríos chocando en las rocas,
cuando se unifican los estruendos de las cascadas que caen, en un bello fondo omni sonoro.
Cuando pasan por mis oídos tan magníficos sonidos.

Cuando me acarician el cuerpo, cuando me relajan, cuando me dejan tranquilo o intranquilo,
¿Cómo quitarme del alma lo que me dejaron ellos?
Cuando lo que se canta sabe a lucha, sabe a selva, sabe a desierto, sabe a costa, sabe a montaña, sabe a mina, sabe a guerrilla, sabe a piel morena y mestiza.
Cuando escucho la música de mi continente en especial.

Cuando se elevan plegarias santas musicales, 
a mi madre tierra,
a mi padre cielo,
a mis hermanos plantas y animales,
cuando se dicen las cosas en español, o en aymará, o en quiché, o en rararumi,
cuando se dicen en lengua verdadera, y los vocablos suenan sagrados.

Cuando llega a lo hondo de mi pecho la sinfonía,
cuando me hundo en llanto de tristeza y alegría, de conciencia y eternidad,
cuando los timbales retumban, en una salsa o una cumbia,
cuando las semillas suenan,
cuando la madera habla,
cuando hay sones de marimba.

Cuando se sabe
a ritual,
a magia,
a sabiduría,
a cotidianidad.

Ocarinas de barro, teponaztli de madera, quena y pinkullo de carrizos, corazones que hablan de viento, fuego, tierra y agua.
Atecocolli, señor de los caracoles ,
Huilacapitztli, cántaros y jarros que hacen el sonido.

Cuando escucho la música de mi continente en especial,
sueño, disfruto, entiendo, río, siento,
pues es la música de mis padres y abuelos,
es la música de mi historia, de mi casa,
es mi música la de corazón de Abyayala.

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