Puede ser un instante,
más frágil que un segundo en el campo de juego,
puede ser más fugaz que el viento en donde sólo es fugaz el viento,
puede ser el tiempo que tarda en caer una gota sobre tu pecho, tu hermoso pecho.
Es tal vez la intención como la de dos chicas de bachiller que provocan, al mantenerse sonriendo coqueteando contra la reja que da al estacionamiento.
O son tus brazos, son tal vez los que me mantienen atado fuertemente a ti, nudos, soga rígida, profesional de campeonato, puede ser la velocidad con la que nos acariciamos.
Y si no es la velocidad, es el viento que por tu ventana nos propone a actuar como el misterio, o la luna que desde allí no vemos pero que estrecha sus rayos plata sobre nuestra piel, o es nuestra piel que juntas se encuentran con diminutas explosiones provocadas al unir poro con poro caos que rebela nuestro aroma a joven naturaleza.
Tus manos, tus benditas manos que son como el calor sobre mantequilla cuando por mi pelvis se posan quietas, son furiosos filos cuando se mueven y no advierten que tan profundo cortan, mis ojos débiles, mi respiración ya no pausada que acompaña esta magia ritual, con tus manos, y tu pecho, con el enredo cuántico polivalente que lo que eres me pesa, que lo que eres me acompaña,
puede ser descripción extraña, bosque de fieras,
lapicero con tinta regada, fugaz, puede y es
ser lo que de mi emerja,
siempre y cuando esté contigo,
será tu silencio al bañarnos de matices oscuros,
será nuestra respiración que habita en el vacío, entrando al vacío, y será el viento que por supuesto acarició … la noche
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