Apenas las quince y treinta y nueve horas
apresurando a forjar un enigmatico regalo,
para que los ojos de los ajenos se conviertan purpuras,
para gritar agonias, y entrar en el estado,
en el estado psicopata de las madrugadas eternas,
apresurando dice, a vivir en las fortunas cochinas de los extranjeros,
Mesurando el ánimo de las agrietadas escarchas de la obscuridad,
aborrece el estomago de un joven esbelto,
Al unísono de las santerías mexicanas que elevan sus cánticos al misterio,
Corrijo mis oídos de la lentitud que me agravía,
Papeles de muchos grosores, y un monton de hierba,
discuten la monumental obra de un pendejo más por las calles de tuxtla,
fumando porros por las avenidas sin disturbios,
mas que las alegrías perdidas de los jóvenes de la vida enamorados.
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